martes, 8 de enero de 2019

Mitad del primer año.

Hace ya 6 meses que aterricé en la residencia. Hace ya medio año que empezó todo. No he escrito absolutamente nada sobre el tema. Es cierto que estoy muy liado y lo último que me apetece hacer al llegar al piso es ponerme a escribir sobre el hospital y mi vida laboral. Pero bueno, han pasado muchas cosas en poco tiempo y me veo algo más capacitado para escribir. Resumiré bastante.

Durante este primer año estoy en mi servicio la práctica totalidad del año, lo cual me parece estupendo: conozco a los que forman parte de mi servicio y me hago a lo que es una especialidad como es Medicina Interna: no le veo mucho sentido empezar solo con cardiología o neumología. En la planta de interna voy a verlas y en su espectro más frecuente, a saber: insuficiencias cardiacas, reagudizaciones de EPOC, fibrilación auricular, ITUs, ictus... se me comentó que el objetivo de la rotación en el primer año de interna es hacer una exploración completa y exhaustiva del paciente. Lo cual mola bastante, no sé, siempre he sido un romántico de la medicina clásica y todo eso de las exploraciones, semiologías, estar 3789267856289365289 años hablando con el paciente me encanta (si bien es imposible dado el sistema de trabajo que tenemos, claro).

Comencé con una adjunta majísima de la que he aprendido muchísimo. El primer mes fue una torta bastante grande. Osea, pensaba que sabía ALGO de medicina, pero la realidad es muy diferente a la teoría y a los libros. Que una infección urinaria pudiera debutar sin fiebre, sin disuria y con una crisis convulsiva fue chocante la primera vez que me enfrenté a ella (no llegué ni al diagnóstico diferencial de hecho). Me impactaba muchísimo recordar cosas del MIR, protocolos y algoritmos y que luego no se llevasen a cabo porque "el paciente es más que una insuficiencia cardiaca" por ejemplo. Básicamente, en la carrera nos enseñan a pacientes-robots que no tienen nada que ver con la realidad. Una vez más veo la importancia que tiene el 6º curso de la carrera para absorber el máximo del estilo de trabajo hospitalario, ahora más que nunca.

A partir de ahí, seguía como "recién llegado" y me dejaban estar una mañana entera haciendo dos historias clínicas. Me decían que las hacía muy bien. Se me subió bastante: decía: meh, esto está tirado. Es gracioso porque ni ponía tratamientos ni escribía evolutivos. Poco despues empezaron a meterme más caña y descubrí realmente la realidad: que no sé absolutamente nada. Le dedico tiempo por las tardes a estudiar y hacer un chuletario con pequeñas guías de actuación en caso de quedarme solo. Pese a eso, es muy difícil: no tengo la chispa que da la experiencia. Se me pasan cosas por alto, no sé dosis de fármacos. Tardo mucho en tomar decisiones porque quiero revisarlo absolutamente todo por inseguridad. Tras esto, vi que necesitaba espabilar urgentemente, pedí a mi adjunta que me metiera caña, que no dudase en decirme todo lo que hacía mal. Es verdad, tengo miedo, estoy inseguro en el hospital, y por eso sé que precisamente tengo que mejorar.

Aún así, han sido 6 meses con cosas buenas y malas. Sigo dudando mucho, pero creo que tengo iniciativa, pido hacer cosas solo y resolver lo mejormente que puedo. Al fin y al cabo, creo que aunque acabe la residencia voy a estar el resto de mi vida aprendiendo. Tengo más ganas que nunca.

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