jueves, 15 de octubre de 2015

Prestigio, voluntad y donuts de chocolate.

En este curso me he encontrado con bastante gente que no conozco; y no es de extrañar, muchos son erasmus o estudiantes de otras universidades de España. Precisamente estaba ayer en la biblioteca para sacar un libro cuando vi en la máquina de autopréstamos una chica con muchos libros, de diferentes especialidades que, en nuestro plan de estudio, tocan en cursos diferentes. Me aventuré a iniciar una conversación porque supuse que andaría agobiada con tanto cambio.


-          Hm… ¿De qué curso eres? – Era una pregunta con trampa obviamente
-          Eh… soy Erasmus – contestó con un acento que detecté como rumano.
-          Sí, lo he supuesto, por todos esos libres – señalé. Hubo un silencio mientras yo iba a sacar mi libro.
-          Oye ¿puedes recomendarme algún libro? ¿Cómo se estudia aquí?

Fue directa y procedí a explicarle aproximadamente mi método de estudio por si le servía de algo. Tras sacar los libros que consideró necesarios siguió preguntándome.

-          ¿Por qué tenéis tantas horas de clase? Paso todo el día en la facultad – No me cogió de sorpresa, otros erasmus me habían preguntado lo mismo en cursos pasados. Sabía que ellos tenían más tiempo libre tanto como para estudiar como para tener un pequeño trabajo a tiempo parcial o tener otras actividades con las que rellenar su vida. Le expliqué cómo funcionaba aproximadamente la universidad por la zona.
-          En mi país es diferente, tenemos menos horas de clases teóricas y además, vamos centrados por especialidades – Eso era nuevo para mí
-          ¿A qué te refieres?
-          Durante los dos primeros cursos damos asignaturas generales, básicas y patología general pero llegados a un punto, dejamos de dar tantas clases. Vamos a especialidades específicas, por ejemplo, empezamos con Cardiología y estamos con ella durante 1 mes o 2, solo dando clases de esa especialidad y luego, hacemos un examen teórico y práctico. Así tenemos más tiempo para nosotros.

Sin duda, me gustaba ese enfoque, evitar la sobresaturación del alumno haciendo una especie de “rotatorios teóricas” por cada especialidad. Pensé luego en los grandes enlaces que tienen los diferentes campos de la medicina pero directamente pensé: si tienen más tiempo, está claro que pueden estudiar mejor y pueden hacer más investigaciones por su cuenta, mirar otros libros… etc. Quiero decir, si por ejemplo te hablan en cardiología de isquemia mesentérica por una insuficiencia cardíaca y no recuerdas qué es: tienes tiempo para irte a la parte de Digestivo y mirarlo bien porque tienes tiempo para ello: tu eres tu propio emprendedor. Ella continuó la conversación:

-          Aunque la mayor parte de las veces, ese tiempo está ocupado por recomendaciones que nos hacen los profesores para participar en congresos de medicina haciendo nuestros propios proyectos y artículos de investigación. Aunque en 5º creo que se tiene que hacer uno ¿verdad? – De nuevo me sorprendió. No solo había un enfoque menos teórico y de saturación en las clases, sino que además te motivaban a ser emprendedor y hacer “cosas de utilidad” de cara a tu futura vida profesional.       
-          ¿Y estás trabajando en algún proyecto actualmente?
-          Sí, es de los motivos por los que estoy tan estresada, dentro de poco tengo que ir a Alicante a exponer mi proyecto.
-          Guau, es increíble… pero me has dicho que ya tienes experiencia ¿no?
-          Sí, desde el principio de la carrera ya nos están estimulando para investigar por nuestra cuenta, incluso tenemos nuestros propios laboratorios y bibliotecas específicas.

Me parecía algo increíble y digno de admiración. Y todo conseguido gracias a una mejor organización y mejor visión de lo que es la universidad en sí.

Luego, a la hora del almuerzo fuimos 3 compañeros y yo a almorzar para preparanos para las horas de la tarde. Llevábamos ahí desde las 8 de la mañana y teníamos que quedarnos hasta las 7. Esto me dio más que pensar en la chica erasmus, decidí comentarle a mis compañeros la historia.

Fuera del ámbito de la historia que he ido contando, en la conversación durante el almuerzo, surgieron diferentes puntos de vista, que acababan describiendo de una forma no muy agradable el país en el que estudiábamos (ya sea por los motivos de la historia o por otros). Posteriormente también hablamos del término “Prestigio” y cómo algunas universidades de nuestro propio país tenía un gran prestigio y como la nuestra, la UCA era la de menor prestigio.

Comentamos el ámbito de investigación: era normal que otras universidades tuviesen mayor importancia, dado su nivel económico y recursos a poder utilizar. Pero muchas veces, cuando se hace referencia al término “prestigio”, muchas veces no se habla del ámbito de la investigación sino que se engloba en el término mundano de “los estudiantes salen mejor preparados” o “Los de la UCA no tienen las plazas de cara al MIR frente a estudiantes de otras universidades” ¿Es eso motivo de prestigio o no? Por los humildes conocimientos que tengo en epidemiología puedo decir que eso va en forma de probabilidades y que no todos los estudiantes se engloban dentro. Además, conozco, por palabras de compañeros en otras universidades, que muchas veces, la universidad comienza a preparar a los estudiantes para el MIR enfocando sus exámenes en dicha prueba, con lo que tienen ya parte del trabajo hecho. Esto se hace en nuestra universidad solo en Pediatría, y una futura oftalmóloga puede confirmaros lo estupendamente preparada que está para el MIR en cuando a esta especialidad se refiere. Es un “punto atrás” que solo sea en esta especialidad y no en otras, un punto atrás que tenemos respecto a otras universidades y es el condicionante que empieza a marcar el significado de la palabra “Prestigio”. Pero ya digo, si hacemos referencia por tanto a “Prestigio” como “Capacidad para obtener una buena plaza de residente o buenas plazas”, he de recordar que el MIR es un examen en el que no se mide quién sabe más o menos, sino el que mejor se sabe enfrentar a dicho examen mezclado con una pizca de suerte.

Está bien que las estadísticas indiquen una cosa u otra, pero no es la tendencia absoluta. Siempre hay gente que se sale de lo común, gente que se sale fuera de “lo que se espera para este sitio”. Son personas increíbles que trabajan continuamente, y a las que admiro mucho. Personas que son las que van más allá de lo común y que no se conforman con los que les dan aquí, sino que se preocupan y van más allá de la “comodidad” que tenemos en nuestra universidad y rechazan la regla del mínimo esfuerzo. 

Pero entonces ¿me estoy quejando o no? Buena pregunta, ando haciendo introspección en el tema y dada mi situación, no me quejo. Sin duda me gustaría que se nos estimulase de diferente manera pero como ya he dicho: nosotros debemos ser los que tengamos el control y queramos hacer las cosas y saber manejarlas. Ojo, no me estoy refiriendo hasta el límite de ser un robot que vive para trabajar (como muchos profesores quieren que seamos), sino ser una persona que trabaja para vivir. ¿El problema? La sobresaturación que tenemos. Si os soy sincero, yo tras un día de teóricas de 8 de la mañana a 8 de la tarde, lo último que tengo ganas es de ponerme a buscar cosas relacionadas con la investigación al llegar a casa. Pero claro, eso no impide que yo por mi cuenta, vaya haciendo mis propias cosas para que, cuando ya pase por la etapa de la facultad, pueda hacer otras cosas en mi ámbito profesional. Con esta entrada puede ser que esté expresando un poco lo harto que estoy de los estigmas sociales y puede que al mismo tiempo esté animando a todas las personas que se esfuerzan a diario.


En mi opinión, el “prestigio” es marcado por la tendencia de ese lugar, pero no por ello debe de ser aplicable a todo. Veo necesario ver las condiciones de ambas partes, tanto buenas como malas, a la hora de comparar dos situaciones. Por mucho que digan que X universidad es respecto a Y, una persona no es parte de esa universidad y si se es emprendedor, se lucha frente a ello. Es cuestión de cada uno el proponerse y ser capaz de convertirse en aquella persona que sea capaz de marcar la diferencia.